Archivos Comerciales: Mirando hacia atrás con Justo Martí

Archivos Comerciales: Mirando hacia atrás con Justo Martí

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Traducido por Pedro Regalado Sr.

En 1926, Justo Martí, haciendo un favor a un amigo, acompañó a una madre y los hijos de ésta desde Manhattan a Brooklyn. No sé si tomaron el tren subterráneo o si él manejó un carro hasta allá. Muy probablemente se trasladaron a través de la ciudad en tren. El fotógrafo cubano había llegado a la ciudad de New York hacía apenas un año en un barco de vapor y todavía no estaba familiarizado con la inmensa metrópolis y sus condados. Después de dejar la familia en una casa cerca del Navy Yard de Brooklyn, Martí quedo conmovido por algo que le maravilló. “Me quedé muy contento de haber pasado por Brooklyn,” dijo. “Por la Atlantic Avenue y ver las bodegas con las bananas colgando en las ventanas. Y era verano así que se veía más que si fuera invierno. Quise volver.” Martí visitó el condado al siguiente día. El tomó un tren de la IRT que iba por todo el bajo Manhattan, cruzó el East River, y entró a Brooklyn, en donde se trasladó a un tranvía en Borough Hall. En la medida que el tranvía atravesaba Atlantic Avenue, Martí se acomodó en el asiento para disfrutar la vista de “puertorriqueños, españoles,” y sus negocios, pequeñas tiendas y grandes teatros.[1]

Para ese entonces, las bodegas eran la piedra angular de un comercio que crecía de manera gradual pero firme en los enclaves Latinxs, dándole a los residentes de los vecindarios la posibilidad de crear lugar donde prácticamente no había.

Martí eventualmente se fue a vivir a Brooklyn durante los últimos años de la década de 1930 o los primeros de la década de 1940. Abrió una tienda de accesorios para cámaras fotográficas en Prospect Heights no muy alejado de donde aquel tranvía paso durante su primera visita. La operaba junto a su esposa, Olga.[2] La tienda de la pareja se convirtió en una de las piezas de la gran carera que por décadas desarrolló Martí como un fotógrafo profesional para periódicos de habla inglesa e hispana que incluían The Brooklyn Citizen, La Prensa, El Comercio, y otros.[3] El trabajo de Martí lo llevó a todo lo largo y ancho de la ciudad de New York donde se encontró con artistas famosos como Dámaso Pérez Prado y Celia Cruz además de prominentes figuras políticas como Dwight Eisenhower y Fidel Castro. Le dió también la oportunidad de guardar para la historia la riqueza del diario vivir de los Latinxs, fotografiando el gozo y orgullo de unos campeones Hondureños de fútbol en arenas deportivas que hoy no existen, concursos de belleza ecuatorianos en los salones comunitarios de vecindarios que cambiaban rápidamente, y los pequeños negocios de los New Yorkers Latinxs que sembraban raíces en la ciudad mientras trataban de mantener vivos los lazos de los países que sentían obligados a dejar atrás.

Hoy, esas maravillosas fotografías de Martí son parte de la colección “Justo A. Martí Photographic Collection, 1948-1985” en el Centro de Estudios Puertorriqueños de Hunter College. Las que presento aquí (tomadas entre los años 1950s y 1970s) muestran bodegas, pequeños negocios de una habitación que todavía le ofrecen a New Yorkers artículos necesarios para el diario vivir. Muchos de estos espacios han ganado notoriedad en el New York contemporáneo como reliquias de años pasados, en una ciudad que cada año sufre más de gentrificación. Pero las fotografías de Martí nos trasladan a momentos de tiempos más remotos. Basados en memorias personales e historias contadas por las primeras generaciones de puertorriqueños que llegaron a la ciudad en la década de 1920, así como anuncios de periódicos de habla hispana de ese período, sabemos que muchas de las primeras bodegas de propietarios Latinxs se habían establecido en lugares donde la población puertorriqueña crecía de manera rápida como East Harlem, Williamsburg, Greenpoint, y Red Hook.[4] 

La colección de Martí permanece como un recurso invaluable que refleja el poder cultural visual y de un ambiente físico que recrea la rica historia de los New Yorkers Latinxs y su reclamo por un espacio propio.

Para ese entonces, las bodegas eran la piedra angular de un comercio que crecía de manera gradual pero firme en los enclaves Latinxs, dándoles a los residentes de los vecindarios la posibilidad de crear lugar donde prácticamente no había ninguno. Por momentos, ellos transportaban a sus clientes a sus lugares de origen; en la foto número 4, las palabras “Sandoval Food Center” están colocadas entre la imagen de una mata de palma y otro de El Morro, el fuerte construido en el siglo XVI en San Juan y que es uno de los monumentos más representativos del mundo cultural puertorriqueño. Muchos negocios también promovían “Café puertorriqueño”—entre otros productos muy familiares—que eran una bienvenida visual, y aromática, para los clientes. Más aun, las bodegas representaban un lugar de reunión donde la comunidad se organizaba y donde los mismos propietarios revisaban sus posiciones sobre dificultades que enfrentaban como colectivo. De hecho, muchas de las personas presentadas aquí eran parte de la Asociación de Comerciantes Puertorriqueños de la cual el propio Martí era miembro. La asociación, fundada en 1946, organizó y dio poder a los propietarios de péquenos negocios para poder resistir diferentes formas de discriminación racial, incluyendo cateos ilegales de parte de policías corruptos y desalojamientos para abrir pasos a proyectos de renovación que desplazaban sus establecimientos sin ninguna piedad durante la década de 1950.[5]

Más que preciosas representaciones del pasado histórico de New York, las fotografías de Martí presentan una realidad en contraste con las ruinas que dominaron las imágenes de los vecindarios Latinxs durante la segunda mitad del siglo XX. Las fotos proveen en detalle los productos que se vendían, las personas que desde el otro lado del mostrador los despachaban, y exhiben los nombres y diseños imaginativos que evocaban un pasado que cada cliente había dejado muy lejos en su país de origen. Para los eruditos, la colección de Martí permanece como un recurso invaluable que refleja el poder cultural visual y de un ambiente físico que recrea la rica historia de los New Yorkers Latinxs y su reclamo por un espacio propio.

NOTAS

[1] Justo Martí entrevistado por Blanca Vázquez, Entrevista Uno, 18 de junio de 1984, Puerto Ricans in New York - Voices of the Migration, Centro de Estudios Puertorriqueños, Hunter College, CUNY. Web. Consultado el 11 de febrero de 2020.

[2] Tarjeta de negocios, Justo A. Martí Photographic Collection, 1948-1985.

[3] Justo Martí entrevistado por Blanca Vázquez, Entrevista Dos, 18 de junio de 1984.

[4] “Bodegas Puertorriqueñas,” El Curioso, 2 de marzo de 1935, 3; consulte Joaquín Colon López, Pioneros Puertorriqueños en Nueva York, 1917-1947 (Houston: Arte Público Press, 2002).

[5] Pedro A. Regalado, "Where Angels Fear to Tread: Latinx Work and the Making of Postindustrial New York" (PhD diss., Yale University, 2019). Para más información sobre la “urban renewal” en Nueva York, consulte Samuel Zipp, Manhattan Projects: The Rise and Fall of Urban Renewal in Cold War New York.

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